lunes, 20 de julio de 2009

Prohibido Comer

Sí... estaba tranquila una noche de julio, a escasos días de mi partida hacia una nueva vida.
Sí... estaba obesa, esa noche comí como si jamás lo hubiera hecho en mi vida y jamás lo fuera a volver a hacer.
No... no era para tapar los huecos de las desvanecidas amistades con la grasa del pan ni el colesterol de la salchicha cerdamente bañada en aderezo.
No... no era para bajarlo tan rápido como un mes entero de desveladas por despertarme temprano para ir a caminar a la playa.

Me encontraba pesada, frunciendo los tejidos de mi sábana que eran absorbidos por la gravedad, el enorme vacío que se pronunciaba al estar mi cuerpo sobre el colchón. Era enorme, no el colchón... YO.
Hablaba con Nadia de todo y de nada. Me dijo que sentía que le iba a salir algo, quizás otro ojo.
En ese mismo instante empecé a sentir algo extraño en mi labio superior, como si me fuera a aparecer un widget en la cara.
Le dije a Nadia y ella no logró tranquilizarme con su terrible profecía: Te saldrá una nueva boca.
Respondí que eso era tan tonto como imposible. Giré mi cabeza hacia el espejo para cerciorar que era otra cosa menos una boca lo que me había salido, pero fallé.
Nadia-1 Marce-0

Una pequeña boca estaba apoderándose del poco espacio que hay entre mi boca original y mi nariz.
Grité, pero no podía decirle a Nadia que ella tenía la razón. Tenía que deshacerme de esa boca cuanto antes.
Un terrible sentimiento de hambre balaceó mi estómago con jugos gástricos. Debía comer algo inmediatamente, aún después de haber comido hasta casi la muerte.
La nueva boca pedía más; más comida; más besos; más pasta de dientes; más chapstick.
No me quedaba otra opción más que saciarla. La llenaba tanto para que dejara de molestarme que comenzó a salirme otra boca, haciéndome cometer los mismos errores que con la primera.
Así, mi cara no tardó de llenarse de aberturas con labios, dientes y lenguas propias. Mi cara era un nido de bocas.
Comí tanto que cada vez eran necesarias más bocas. Al igual que una casa debe adquirir más cuartos cuando nacen más hijos.

Me miré nuevamente en el espejo, aterrorizada, sin encontrar los ojos con los que me veía pues estaban escondidos tras las decenas de glamourosos labios. Lloré, golpeé el teclado, le grité a Nadia que tenía toda la razón, que ella había maldecido mi cara.
Al quebrar la pantalla de la computadora me desperté.
Había sido el peor sueño que había tenido en mi vida, seguro era por tanto comer.
Me miré en el espejo, era yo otra vez.
Me tranquilicé. Nunca me hubiera imaginado una vida con una sola boca, era horrible.
Como ya era tarde, me levanté y caminé hacia el baño para lavar cada dentadura de mis cien bocas.

1 comentario:

  1. marceeee
    jajajajjaja aii nooo
    como te quieroo burraaa
    ya no me acordaba de esto!

    atte nadia

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