sábado, 2 de enero de 2010

De cuando el traslado pasó de ser pérdida de tiempo a un momento de reflexión

¿Alguna vez han pensado que la etapa de esperar quién sabe cuántas horas en el avión sólo sirve para perder valioso tiempo para hacer trabajos, y desaparecer la línea que marca el territorio de la pompa izquierda y la pompa derecha? Sin mencionar el tiempo de espera previo a subir al medio de transporte. Pues he de confesar que yo sí lo he pensado, pero sobre todo como una pregunta: ¿Cuánto tiempo en total en toda su vida pasa una persona esperando por cuestiones de traslado?

Después comencé a hacer un breve y vago recuento de mis horas haciéndome y contestándome algunas preguntas como: ¿Cuántas veces he viajado por avión? ¿Cuánto tardaron esos vuelos? ¿Escalas? ¿Y qué tal los viajes en autobús? ¿En carro? ¿Para ir a Disneyland? ¿Y todos los minutos que me tomaba ir de mi casa a la escuela? ¿Qué he estado haciendo todo ese tiempo?

He llegado a la conclusión de que debido a la facilidad y a relativa comodidad y corto tiempo para ir de aquí a China (o cualquier otro destino… sólo para que Can no piense que los occidentales jamás pensamos en su país) la gente viaja más aunque no lo necesite (es decir, por diversión), pero tampoco hay que olvidar a las personas que requieren de esos viajes por cuestión de negocios…. Ustedes saben lo que ha ocasionado la globalización.

Y al viajar más, la gente “pierde” más tiempo de su vida que podrían aprovechar para realizar cualquier otra actividad… por lo tanto, la gente vive más rápido.

Y quizás pueda comprobarlo con unos cuantos escenarios:

Puede sonarles familiar el siguiente “Tengo que terminar esto (muestra una enorme lista de veinte puntos) antes de las dos de la tarde… porque mi vuelo sale a las cinco, tengo que estar dos horas antes en el aeropuerto y hago una hora de mi casa a éste” (¡Sin contar las horas de vuelo!).

La segunda: “…de regreso a mi casa había un retén antialcoholismo. La fila de coches era inmensa y lo que me toma normalmente (quince minutos) se multiplicó por cuatro… no lo tenía previsto, por lo que llegué tarde al trabajo y como el proyecto lo tenía que entregar ese mismo día lo hice demasiado rápido…”

¿Cuántas veces no hemos perdido tiempo en algún embotellamiento?

Pero la pregunta fuerte es la siguiente: ¿Qué solemos hacer todo ese tiempo?

Por ejemplo, en este momento estoy en un avión camino a casa y estoy reflexionando y escribiendo el borrador para mi próxima entrada en el blog (por cierto, es lo que estás leyendo)… [Fun fact: EN UNA SERVILLETA].

Y un avión, bueno… no vengo manejando, no tengo que estar atenta al color de las luces del semáforo o los altos, tontos que no saben manejar, etc. Entonces… ¿Qué hacer en un traslado automovilístico?

Se pueden hacer distintos planes por si las dudas, algunos ejemplos:

a) Llevar un libro de frases budistas para estresantes embotellamientos.

b) Poner un audiolibro.

c) Jamás salir sin una pluma o un cuaderno (o cualquier pedazo de papel como la servilleta en la que escribí esto)

d) Piense en ideas para su próximo proyecto.

Y muchas otras más (quizás una semana de éstas salga una guía para el viajero impaciente), pero lo más fácil e importante, y que seguramente le será más útil que cualquier otro de os puntos anteriores: ¡reflexión!

Que la espera sea el cimiento de una reflexión y no en el del pensamiento de que se ha perdido el tiempo.